Los cirios refulgen sus luces doradas,

Las flores perfuman encima, el altar,

Y un velo de novia de gasas aladas

Espera a la novia que va desposar.

No tiene la novia, esposo terreno,

No tiene la novia, su amante carnal,

Es Cristo que espera la flor de su seno

Y es nube de incienso, el lecho nupcial.

Formando el cortejo, de negro tocadas

Las siervas de Cristo esperan llegar,

A la blanca novia y están sus miradas

Suspensas y graves, con dulce mirar.

Las filas se abren y el órgano, grave,

Modula en su canto la voz del Señor,

La novia de Cristo, con temblor de ave,

Ofrece sus trenzas que un ángel tejió.

Con áureas tijeras las trenzas cercenan

Y cubren la frente con negro mantón,

las campanas suenan, la música canta,

Y hay más de un sollozo dentro del corazón.

Consagrada al cielo, se va la monjita,

Adiós dijo al mundo y a todos adiós,

Mientras que de hinojos, una viejecita

Solloza: ¡Adiós, hija, para siempre adiós!

Este vals fue compuesto por:

Letra : Augusto Alberto Canstatt

Música : Hilario R. Cuadros